Carven, Céline y
Rochas nos envuelven en abrigos oversize que parecen sacados del armario de mamá y en colores candy, de esos
que sólo podían ser de niña –rosa empolvado- o de niño –azul cielo- cuando
éramos pequeños. Y mientras los prints de ojos de Kenzo nos trasladan a bosques encantados,
las caperucitas de Valentino y los lobos de Castelbajac reproducen la versión
adulta del gran cuento de hadas. Como diría el mensaje de las camisetas de
Jeremy Scott para otoño 2013: «Adults suck, then you are one».
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