EL LIFTING NO HA MUERTO

EL LIFTING NO HA MUERTO, simplemente se ha reinventado. Los de nueva generación ya no van tan enfocados a estirar la piel como reposicionar volúmenes.

   En los últimos tiempos, con el des­embarco de una cirugía menos invasiva y con las nuevas técni­cas de medicina estética, se han oído voces que proclamaban la muerte del lifting. «De muerto, nada. El lifting continúa siendo una práctica muy habitual en ci­rugía plástica y muy demanda­da», afirma el doctor Federico Pérez de la Romana, direc­tor del Instituto que lleva su nom­bre (Alicante. Tel. 902 400 408. www.perezdelaromana.com). Y es que, según el doctor Óscar Junco, cirujano plástico de la Clíni­ca Cima (Barcelona. Tel. 935 522 726), las nuevas técnicas de rejuve­necimiento facial mínimamente invasivo que han surgido en los úl­timos años, tienen como finalidad prevenir y ralentizar el proceso de envejecimiento, más que tratar porque «cuando la piel se ha descol­gado, el único método para levantarla, reposicionarla y quitar la piel sobrante es el lifting». Con la intervención de estas técnicas «el lifting quirúrgico podrá retrasarse en el tiempo, pero nunca desaparecerá», afirma el doctor Salvador Rodríguez-Camps, jefe de la unidad de cirugía plástica y estética del Hospital Universitario Casa de Salud (Valencia. Tel. 963 931 515).
   Lo que sí es cierto es que el lifting que se realiza hoy, poco, o na­da, tiene que ver con aquellos que empezaron a practicarse a princi­pios del siglo XX, en torno a 1910. «Hoy sabemos que lo fundamen­tal no es estirar la piel, sino reposicionar las estructuras profundas, fundamentalmente la musculatura facial que se da de sí y se descuel­ga arrastrando la piel con ella», afirma el cirujano plástico Rubén García-Guilarte (Madrid. Tel. 914 025 184), para quien otro de los grandes avances ha sido el de las incisiones, más cortas, y posteriores cicatrices, menos visibles: «El diseño del doctor Connell es el más evolucionado, consiste en realizar las incisiones por delante del pelo y por detrás del contorno de la oreja para evitar, así, la desaparición de la patilla y las deformidades en el pabellón auricular por la tensión de la piel».
   Otra evolución importante es que «antes los liftings siempre eran completos y ahora los podemos practicar por zonas, según las necesi­dades del paciente, acortando los tiempos de intervención y recupera­ción», apunta el doctor Pérez de la Romana que diferencia cuatro tipos de liftings; frontal, cuando la piel de la frente está envejecida y las ce­jas caídas: «Se realiza mediante incisiones invisibles en el cuero cabe­lludo, se debilitan los músculos frontales para eliminar las arrugas y se elevan las cejas, aunque también se puede realizar un lifting solo de cejas». De tercio medio, cuando la flacidez y la caída afecta a la zona en torno a la nariz y la mandíbula: «Se puede realizar con incisiones en el cuero cabelludo o, más frecuentemente, por delante y detrás de las orejas que resultan imperceptibles». El tercer tipo es el lifting cer­vical que trata de rejuvenecer el cuello «extirpando la grasa y estiran­do la piel y los músculos, mediante incisiones retroauriculares total­mente invisibles». Por último, el lifting completo que es necesario cuando todas las zonas de la cara y el cuello están deterioradas.
Rubén García-Guilarte reduce bastante el abanico: «Las opciones actuales pasan por un minilifting o un lifting cervicofacial». El pri­mero solo trata la cara, el despegamiento cutáneo es mucho menor y está indicado para quienes con 50-60 años presentan flacidez en la cara y el contorno de la mandíbula pero no un gran descolgamiento en el cuello. En el segundo se tratan cara y cuello juntos. En cuanto a las mejores técnicas, para García-Guilarte: «El MACS-lift o la plicatura (doblar la musculatura sobre sí misma) es una buena técnica para el minilifting, pero si se presenta una mayor flacidez habría que realizar una técnica de colgajos de SMAS (Sistema Músculo-Aponeurótico Superficial) que consiste en la transposición de músculos faciales a su situación original». Rodríguez-Camps parte de que la mejor técnica es la menos agresiva, pero «lo que manda es el buen diagnóstico, la personalización, la buena relación médico paciente, la minuciosa ejecución quirúrgica y el seguimiento posoperatorio con la frecuencia necesaria».
   Pero lo que ninguno niega es que hay dos elementos, los vectores (un estudio para saber si la trac­ción muscular debe realizarse en un sentido más horizontal o vertical) y, sobre todo, los relle­nos que han sido claves para lle­gar al lifting actual: «Estamos en la etapa del lifting natural complementado con rellenos (el mejor, la propia grasa, pero hay varios) para conseguir o recu­perar tersura y volumetría fa­cial», afirma Rodríguez-Camps. El lipofilling (inyección con la propia grasa del paciente) aporta célu­las grasas y células madre: «Es lo último en cirugía estética y tiene dos ventajas: consigue aumentar el volumen de las zonas más nece­sitadas y mejora el aspecto de la piel debido a que las células madre regeneran la dermis», afirma Pérez de la Romana. Además, «con el relleno de grasa, el aspecto y el resultado final es más satisfactorio, más natural y más duradero», remata el doctor Junco. Porque un ros­tro rejuvenecido pero con mucha naturalidad es la clave del éxito de un lifting, sumado a que no haya asimetrías ni cicatrices visibles.
   El posoperatorio de un lifting es «absolutamente indoloro con al­guna sensación de tirantez y moratones en los ojos que desaparecen en una semana», afirma Rodríguez-Camps. García-Guilarte recomienda el drenaje linfático para evitar una inflamación excesiva. El doctor Junco advierte de posibles asimetrías, bultos o endurecimien­to de la piel durante los primeros días y cierta pérdida de sensibilidad que se va recuperando progresivamente. Todo dentro de la normali­dad. Pérez de la Romana indica la importancia de pasar una noche ingresado en observación para irse a casa al día siguiente sin venda­jes y continuar con un reposo relativo, con la cabeza elevada y a los 15 días hacer vida completamente normal.
   Pero hay quien aprovechando su paso por el quirófano para un lif­ting se hace otras pequeñas intervenciones. La más habitual es la blefaroplastia, pero también se realizan rinoplastias, ligeras subidas de la punta nasal o la colocación de un pequeño implante en el mentón. «Yo siempre aprovecho, además, para recortar y armonizar el lóbulo de la oreja», afirma Rodríguez-Camps. Pérez de la Romana asocia al lifting un peeling de labios «para eliminar el código de barras». Dependien­do de todo esto y también del descolgamiento y la extensión del propio lifting, «podrá realizarse de forma ambulatoria con anestesia local y sedación, o bien se hará con anestesia general e ingreso hospitalario de una noche», explica el doctor Junco.

   Aunque la decisión de hacerse un primer lifting no viene marcada por la edad sino por el estado de la piel, hay cirujanos que consideran un buen momento cumplidos los 35 años mientras que otros no lo re­comiendan hasta pasados los 50. Su durabilidad depende de muchos factores, algunos genéticos, como la elasticidad natural de la piel, otros de la correcta ejecución quirúrgica, pero también de nuestros hábitos: «Los resultados de un lifting pueden durar hasta 15 años si la mujer se cuida, es decir, si tiene prudencia con el tabaco, el alcohol, el sol... También conviene beber agua en abundancia y utilizar habi­tualmente cremas nutritivas», detalla Rodríguez-Camps quien tam­bién anota la importancia de recurrir a la medicina estética. Oscar Junco lo concreta proponiendo tratamientos mínimamente invasivos como el Indiba Deep Beauty una vez al año para retardar la pérdida de elasticidad, o infiltraciones de ácido hialurónico en caso de pérdi­das prematuras de volumen. García-Guilarte también apunta la ayu­da que puede prestar la toxina botulínica para relajar la mirada y ali­viar las patas de gallo y las arrugas del entrecejo y la frente.                                             M. P.

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